lunes, 30 de abril de 2018

La última tarde en el viejo Mestalla

Carrete, Botubot, Arias, Castellanos, Kempes, Manzanedo, 
Felman, Cabral, Diarte, Saura y Palmer.  /  Emilio Viña


PACO LLORET
@pacolloret_  

El adiós al viejo Mestalla, el de las inolvidables sillas de madera y  enea, el de los históricos diez sectores de mampostería que empezaban  desde la esquina del Gol Gran con la tribuna y que rodeaban las tres  cuartas partes del terreno de juego hasta llegar al otro córner, el del  «Gol Xicotet», tuvo lugar el domingo 30 de abril de 1978. El próximo  lunes se cumplirán 40 años del último partido jugado en aquel campo  nacido por fases a mediados de los años cincuenta. Bajo el rimbombante  nombre de «El Gran Mestalla», el renovado feudo valencianista vio llegar  la iluminación artificial, apareció en televisión, sufrió los efectos  devastadores de una riada y se asomó por primera vez a Europa. Una  caldera de pasiones a ritmo de traca, a la que le pusieron vallas y que  se alteraba con las incidencias reflejada en el marcador Dardo. En ese  entrañable campo de Mestalla se escribieron algunos momentos memorables  de la casi centenaria vida del Valencia. 

La última función estuvo marcada por varias singularidades. Mario Kempes  jugó su último partido en Valencia antes de enrolarse con la selección  de su país que semanas después iba a ganar el Mundial gracias,  fundamentalmente, a los goles del Matador. El argentino logró tres  tantos aquella tarde de despedidas ante el Betis. Hasta entonces había  marcado goles de uno en uno, a pares y hasta en dos encuentros llegó a  conseguir el póquer: frente el Hércules y el Rayo Vallecano. Aquel fue  su primer triplete. Por otro lado Kempes alcanzaba la cifra de 28 goles  que le aseguraban la conquista del segundo trofeo Pichichi por delante  de Santillana y de Rubén Cano. Desde la campaña 56-57, cuando Di Stéfano  logró 31 tantos en 30 encuentros, ningún futbolista había alcanzado un  registro goleador tan elevado. El otro gol de los locales fue conseguido  por Palmer, un lateral zurdo procedente del Burgos, que Marcel Domingo,  el entrenador valencianista, se había traído desde El Plantío junto al  portero Manzanedo y el centrocampista Cabral

 Kempes, en el momento de ejecutar el penalti ante el Betis. / Emilio Viña


La victoria por 4-2 ante los béticos aseguró el regreso del Valencia a  los torneos continentales después de un lustro de ausencia. Al acabar  esa jornada, penúltima de la temporada 77-78, el conjunto de Mestalla  ascendía a la segunda posición de la tabla, empatado a puntos con el  Barça, ante el que se iba a medir en la siguiente jornada, la que  cerraba el campeonato para decidir el subcampeonato. El Betis llegó a  Mestalla con el agua al cuello porque se iba camino de segunda pese a  que un año antes se había proclamado campeón de la Copa del Rey y había  tomado parte de la Recopa, torneo en el que había eliminado al Milán a  las primeras de cambio. El 'Curro-Betis' en estado puro. Una semana  después se confirmó su descenso. El Valencia había protagonizado un  tramo final liguero notable. Como solía decir Luis Aragonés, las diez  jornadas finales son las que dictan sentencia. Así fue. Cinco victorias  consecutivas en casa, dos a domicilio, en Salamanca y Elche, junto a un  par de meritorios empates en Sarrià y Atocha metieron a los  valencianistas con autoridad en la Copa de la UEFA.

fuente: http://www.lasprovincias.es/valenciacf/ultima-tarde-viejo-20180428005222-ntvo.html

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