sábado, 29 de abril de 2017

Mario Kempes y su merecido homenaje

Mario Kempes y su merecido homenaje
por Eduardo Bolaños


Un inolvidable póster futbolero para el hincha argentino. Mario Kempes corre alborozado con sus brazos en alto. Le acaba de marcar el primer gol de la final a Holanda y desata la fiesta en el estadio monumental.

Unos minutos antes que la selección comenzara su partido ante Costa Rica en el cierre del Grupo A de la Copa América se produjo un hecho saludable, pero muy poco común entre los argentinos: hacer un justo reconocimiento en vida a un protagonista. El implicado fue Mario Kempes, que pudo recibir una enorme ovación de todo el público que colmaba las instalaciones del estadio que ahora lleva su nombre.

Quizás por cierto bajo perfil o por haber jugado en años previos a la gran explosión de los medios, creo que no se tiene la real dimensión de quien fue el “matador” y lo que significó para el fútbol argentino.


Nacional 1973: Uno de los mejores equipos en la historia de Instituto de Córdoba, con una delantera fantástica. Ellos son los cinco de la línea de abajo: Saldaño, Ardiles, Kempes, Beltrán y Willington.

Hizo su aparición para el mundo del fútbol en el Nacional de 1973, conformando una excelente delantera de Instituto de Córdoba, junto a Saldaño, Ardiles, Willington y Beltrán. Su potencia enseguida llamó la atención y fue Rosario Central (uno de los mejores equipos de aquellos tiempos), quien se quedó con su pase para 1974, año en el que disputó su primer mundial en Alemania.



Imágen de los años ´70 100%: El blanco y negro dándole su toque a la vieja cancha de Rosario Central, mientras Kempes se ata los botines, preparándose para hacer lo que más sabía: el gol.

Partido a partido, sus tantos se multiplicaban y el muy buen cuadro que dirigía Carlos Griguol, con Killer, Aimar y Poy, entre los más destacados, peleó cada certamen que disputó, alcanzando las semifinales dela CopaLibertadores1975.


Apenas dos años y medio le bastaron para estar en la historia grande de Rosario Central: 89 goles en 107 partidos. Estos números avalan la enorme idolatría que el “matador” se ganó en Arroyito.

La temporada siguiente, luego de haber marcado más de 100 oportunidades con la casaca del club de Arroyito se fue con su bohnomía y sus gritos del otro lado del océano. El Valencia lo recibió con los brazos abiertos y el respondió con su mejor lenguaje: el gol.


La expresión de Daniel Bertoni fue la de todo el pueblo argentino en aquella noche ante Polonia: un agradecimiento al portador de esa camiseta número 10. El aire rosarino le cambió la racha a Kempes y a la selección argentina.

Llegó el mundial 1978 y Kempes fue el único futbolista que integró el plantel que actuaba en el exterior. Su primera rueda fue opaca, como buena parte de la actuación del equipo, pero el haber salido segundo de Italia derivó en un viaje a Rosario para la segunda fase y allí, en ese estadio que lo había visto en su mejor versión, el “matador” recobró la memoria.


Como si fuera un avezado arquero, Mario Kempes vuela y con un puñetazo desvía el cabezazo de Lato, luego de quedar vencido Fillol (parado al lado del poste izquierdo). Unos instantes después, el “pato” detuvo el penal.

 Ante Polonia tuvo una noche soñada, ya que marcó los dos goles de la victoria y, además, “hizo de Fillol” cuando un cabezazo de los europeos iba camino a convertirse inexorablemente en gol (con el aquero vencido) y Kempes se arrojó y con un puñetazo evitó la caída. El 50% restante lo hizo el enorme guardavallas argentino al detenerle el penal a Deyna.

Dos goles más en el discutido encuentro ante Perú ayudaron a la clasificación a la final frente a Holanda, donde nuevamente apareció en toda su dimensión, con otras dos conquistas que ya son parte de las más selectas imágenes del paladar futbolero del argentino. Fue el goleador y la figura indiscutida de esa Copa del Mundo.


Marzo de 1981: River venció a Colón por 4-0 en el estadio monumental. Kempes saluda con su brazo en alto luego de marcar un gol. Fue la tarde de su debut con la banda roja. Detrás aparece René Houseman.

Un par de años de no tan buen rendimiento en Valencia y la necesidad de River de contrastar de algún modo la contratación de Diego Maradona por parte de Boca, hicieron que Kempes regresara al fútbol argentino en marzo de 1981. Una molesta lesión no le permitió estar a la altura de sus antecedentes en el metropolitano, pero el Nacional le dio revancha y allí fue el autor que le dio el título al club de Núñez ante Ferro.


Cualquier similitud con el festejo del mundial 1978 no es pura coincidencia. Mario corre a celebrar su gol en la calurosa tarde de caballito en diciembre de 1981. River superó a Ferro 1-0 y se consagró campeón nacional.

En 1982 ingresó a la galería de los pocos futbolistas que se dieron el gusto de disputar tres Copas del mundo, un lugar reservado sólo para los elegidos. Y no hay dudas que Mario Alberto Kempes ha sido uno de ellos. Un grande, al igual que las dimensiones de ese estadio, orgullo de su provincia, que con enorme justicia, lleva su nombre.

Eduardo Bolaños
@Edu_sport

(Nota original: https://lasimagenesretro.wordpress.com/2011/07/13/mario-kempes-y-su-merecido-homenaje/)

miércoles, 26 de abril de 2017

Mario Kempes

Mario Kempes
Por Vicente Gorgues 08.08.2015
(www.levante-emv.com)



Hace algunos años, gracias a la intermediación de un amigo común, tuve la enorme fortuna de conocer a Mario Kempes. Para quien escribe eran tiempos muy difíciles, mi madre aquejada de demencia senil se iba consumiendo poco a poco en su ancianidad. Sonó el teléfono, al otro lado, un amigo: escucha, que si no tienes nada que hacer después de comer Mario te invita a tomar un café. Era verano, Kempes pasaba unos días de vacaciones en un chalet del Plantío. La llamada me entusiasmó. Sin saber si me entendería, le dije a mi madre que Kempes me invitaba a tomar un café. Ella sonrió y dijo: vete, vete, que es muy amigo tuyo. En su enturbiada memoria, ella, al igual que muchos valencianistas, le tenía un cariño especial.

Mario me recibió cordialmente, se mostró como alguien sencillo, cercano y afable. En todo momento estuvo pendiente de que no me faltara de nada. Se produjo el extraño encuentro entre el fan y su ídolo. Ambos con más años, con el tiempo ya a cuestas. Mario, un comentarista de la cadena estadounidense ESPN. El adolescente forofo que lo idolatró, un humilde profesor. En la cercanía transmite humanidad y sentido del humor. Es un tipo que le quita hierro a las cosas. Todos pudimos escuchar con la simpleza que explicó a una radio argentina, horas antes de ser operado del corazón, que llegó para un preoperatorio de cadera y le iban a practicar una complicada operación cardíaca. A muchos valencianistas se nos heló el corazón al enterarnos. Su corazón aguantó, no se sabe cómo, quizás por el cariño que le dieron los valencianistas que nunca le pitamos, algo que no pueden decir todos.

Kempes llegó a España en 1976, repleto de goles argentinos. Muchos no lo conocíamos. Estuvo a punto de no pasar la revisión médica, pues llevaba dos perdigones en el cuerpo fruto de unas perdices que había tomado en la comida viniendo por la fatídica carretera de Madrid. Cuando él llegó, la canción de moda en aquella España tan diferente a la actual era «La Ramona», de Fernando Esteso. Adolfo Suarez, otro desconocido para la mayoría, acababa de ser nombrado presidente del Gobierno. En sus primeros partidos se le tildó de petardo. Sus inicios, como los de nuestro añorado presidente, fueron difíciles aunque pronto se fue ganando a la gente al ritmo de los goles que marcaba. 
Adquirió fama, popularidad, fue Pichichi dos temporadas en España, ganó la Copa del Rey del 79, siempre con la señera por montera. En la capital de España nunca le perdonarán que no fichara por el Real Madrid y en Barcelona que hiciera sombra a Johan Cruyff. Pero los zarpazos del destino se llevaron por delante lo que creíamos duradero e ilusionante, problemas con su clavícula comenzaron a mermarlo físicamente. La estrella se empezó a apagar a base de patadas y juego sucio.

Como decía Hurace Greely, periodista norteamericano del siglo XIX, la fama es un efluvio; la popularidad, un accidente; las riquezas, efímeras. Sólo una cosa perdura; el carácter. El carácter de Kempes celebrando los goles con sus compañeros, sin las excentricidades actuales, con los brazos levantados y la melena al aire. El carácter humilde de quien le quitaba importancia a las cosas. Tanto, que el primer año que consiguió ser Pichichi se enteró en el campo porque un compañero fue a felicitarlo, él no tenía ni idea.

Sería bueno que Kempes forme parte de nuestro escudo para siempre y así pueda ejercer de abuelo cerca de sus nietos valencianos. La fama desaparece pero el agradecimiento es eterno a un jugador que se siente orgulloso de su pasado como valencianista.


lunes, 24 de abril de 2017

Mario Kempes, una màquina de hacer goles.


Mario Kempes, una màquina de hacer goles.

En la historia rofesional de Rosario Central , Mario Kempes es el màximo artillero del club.
En total el Matador jugò 123 partidos oficiales y marcò golesn en 57 encuentros.
Ante Puerto Comercial fue la primera de las cuatro veces que hizo 4 goles.Las otras tres fueron en Metropolitanode 1975

Ante Puerto Comercial fue la primera de las cuato veces que marco cuatro goles.Las otras fueron en Metropolitano de 1975 ante Temperley,
 (L 6-2),Ferro(L 5-1),y Banfield (L 5-0).Ademàs en 7 oportunidades marco 3 goles en un mismo partido.

Kempes, Tres goles en seis minutos.
Un dato estadistico sobresaliente en una goleada frente a Banfield fuè que Mario Kempes marco tres de sus cuatro goles en apenas seis minutos.
A lo 33 puso el 2-0 de penal.Pero en los tramos finales del segundo tiempo vino la rafaga de goles.A los 79' de cabeza marcò el 3-0,alos 82' hizo
el cuarto y a los 84 de penal,anoto el quinto.

fuente:Diario "La Capital " de Rosario.



miércoles, 19 de abril de 2017

No diga gol, diga Mario Aleberto Kempes

Mario Alberto Kempes fue el adelantado a su época. Se convirtió en el traspaso más  caro entre clubes argentinos y  en el líder de la primera  Argentina campeona del Mundo.  Nunca presumió de eso.

Por CONRADO VALLE para AS Color.
9 de Diciembre de 2013




Mario Alberto Kempes cuesta encon trarle su sitio en el olimpo del futbol. Está como en zona de nadie entre los legendarios de este deporte.

Para muchos, su lugar está en un escalón intermedio entre los Pelé, Di Stéfano, Cruyff, Maradona y el resto de grandes de la his toria de este deporte. Su alma gemela en este sentido pu diera ser Eusebio, aunque los acérrimos de Marito, como lo conocían de niño, siempre po drán decir que a diferencia del portugués, su ídolo ganó un mundial. Alguno de sus fanáticos incluso iría más allá y diría que fue Kempes quien hizo ganar a Argentina su pri mer mundial, como Marado na su segundo.

Posiblemente las genera ciones que no lo vieron jugar conozcan a otras leyendas más que a Kempes. Al menos aquellos aficionados que no lo son del Valencia, porque para la mayoría de los va lencianistas no hay otro más grande en la historia que el Matador. Sin embargo, la IF FHS lo catalogó como el sexto mejor futbolista argentino del siglo XX. Quizás ese reco nocimiento menor hacia su figura se deba precisamente a que en Europa solo amó al Valencia, y en el ocaso de su carrera deambuló por Hér cules, First Vienna, Saint Pols ten y Kremser.

Seguramente también pudiera tener algo que ver el hecho de que nunca tuvo el ego que envuelve a los futbolistas en general y a las estrellas, en particular.

César Luis Menotti, el se leccionador de Argentina en 1978, escribía en la biografía de Kempes lo siguiente: “Re cuerdo que en medio de la locura de los festejos me dijo: ‘Gracias por llamarme, César. Esto se lo debo a usted’. No podía creer que él me es tuviera agradecido a mí”.


Otro ejemplo de su forma de ser: el día después de ese agrade cimiento a Menotti, apenas 24 horas después de ser el autor de dos de los tres goles de Argentina a Holanda en el Monumental de Buenos Ai res, Kempes viajaba de re greso hacia su querida Bell Ville, en el coche, con sus padres, como quien vuelve a casa tras haber pasado unas vacaciones en la playa. In cluso a punto estuvo de dar media vuelta y volverse por donde había llegado, y todo por un ataque de timidez que le entró cuando se enteró de que en su localidad natal lo esperaban multitud de veci nos en las calles y un camión de bomberos a la entrada, pa ra pasearlo por la ciudad co mo héroe nacional.

Kempes fue un futbolista que marcó un antes y un des pués en el futbol argentino. Pero su figura también quedó en parte eclipsada porque a la par que su ciclo enfilaba la recta final, emergía con fuer za la de otro compatriota suyo que, en su caso, iría más allá y alteró el orden del futbol mundial: Diego Armando Ma radona. Ambos compartieron vestuario en la selección —Maradona, de hecho, fue uno de los tres últimos des cartes que Menotti hizo de cara al Mundial de 1978, y después coincidieron en el de España de 1982—. Fueron, además, rivales en cinco clásicos entre Boca y River Plate. Aquello sucedió en 1981 y la sola presencia de ambos en el torneo Argentino animó la competición.


Maradona marcó más go les en esos cinco enfrenta mientos que el Matador —cinco por tres—, aunque Kempes ganó un partido más. Entre ambos siempre hubo química. Maradona respetaba la figura de su antecesor, por ser el ídolo de la patria hasta que él llevó a Argentina a ganar el Mundial de México en 1986. Además se entendían en lo personal. Cuenta Kem pes en sus memorias que a los pocos días de haber llegado a Buenos Aires, tras haber fi chado por River luego de su primera etapa en el Valencia, Maradona lo recogió en el hotel donde quedó hospeda do y se los llevó a él y su familia a comer a su casa.

Kempes nació un 15 de julio de 1954. Lo hizo en Bell Ville y su labor durante parte de su vida fue la de hacer goles. Ahora los narra y comenta en la cadena ESPN. Entre medias probó fortuna, sin éxito, como entrenador en parajes tan exóticos como impropios pa ra su personaje como el Pelita Jaya de Yakarta, el Lushnja de Albania, el Mineros de Ve nezuela o los bolivianos del The Strongest y el Blooming. Incluso hizo sus pinitos en el futsala, en el Autocares Luz de Valencia. Pero si por algo será recordado es por lo que hizo con un balón en los pies con el dorsal 10 en la espalda.

Durante 19 años como pro fesional militó en nueve clu bes —tres de Argentina: Cen tral de Córdoba, Rosario Cen tral y River Plate; cinco en Europa: Valencia, Hércules, First Vienna, St. Polsten y Kremser; y uno en Chile: seis meses en el Arturo Vidal de Segunda División, donde col gó definitivamente las bo tas—. En 555 partidos oficiales anotó 307 goles. A ellos hay que sumar los 20 que anotó en los 43 encuentros que disputó durante sus nueve años como internacional de Argentina, llegando a disputar tres mun diales —Alemania 1974, Ar gentina 1978 y España 1982—.


Seis de esos goles con la Albiceleste los celebró en el torneo de 1978, en el que, además de proclamarse Cam peón del Mundo, fue nom brado Mejor Jugador y Bota de Oro. Si en su casa no tiene Kempes un Balón de Oro es porque por aquel entonces France Football solo los en tregaba a los nacidos en Eu ropa. Lo que sí tiene son tres títulos con el Valencia —Copa del Rey, Recopa de Europa y Supercopa de Europa—, dos galardones de máximo golea dor de la liga española —con 24 goles en la 76-77 y 28 en 77-78— y un Campeonato Na cional que se adjudicó en 1981 con el River Plate, que en trenaba Alfredo Di Stéfano, al que ya conocía Kempes de su anterior etapa en el Valencia.

Delantero corpulento

Incluso era propenso a en gordar, por lo que cuidaba, y mucho, su alimentación. Ben dita mano la de su madre, Eglis, con los pucheros, a la que el Valencia se encomendó para que alimentara a su hijo como solo ella sabía hacer durante sus primeros años por Mestalla. La fotografía de Kempes va asociada a su fron dosa melena al viento, mien tras corría cual tren de mer cancías superando a cuantos rivales se le pusieran por de lante. Así marcó uno de sus dos goles contra Holanda en la final del Mundial, cabal gando entre defensas hasta poder rematar a Jongbloed y zafándose casi a empujones de Suurbier y Poortvliet para poder enviar a la red el balón con los tacos. Así anotó tam bién uno de sus dos goles con el Valencia en la final de Copa del Rey de 1979 contra el Real Madrid, en el Manzanares, arrollando a San José y Del Bosque y fusilando a García Ramón.


Kempes era un futbolista de talento y furia. De potencia y precisión. Pelé lo definió como “un jugador de toda la cancha. Tiene esa increíble energía que lo hace estar de fendiendo en un determinado momento y de pronto colo carse en posición de hacer goles, empujado por su in saciable apetito de red”. Pre cisamente por su mayúscula fuerza trataron de atacarlo. En la prensa de Brasil, en los días previos a la semifinal ante Argentina de 1978, se le llegó a difamar con una nunca de mostrada adicción a los es timulantes. “¿En qué se con vertiría el futbol mundial si de pronto, y a raíz de ese talento, lo acusamos de tomar dro gas?”. Las palabras en defensa suya no son de ningún com patriota. Fueron dichas por el propio Pelé.

Kempes era también un maniático de costumbres. Ri tuales en la preparación de los partidos que fue acumulando con los años y repitiendo una y otra vez. Por ejemplo, el de afeitarse el bigote dos horas antes de cada partido. Todo comenzó cuando en la previa de Argentina frente a Polonia, de la primera fase del Mundial de 1978, tras tres partidos en los que el Matador no había visto puerta, Menotti se acer có y, tras haberle insistido antes el Tolo Gallego y Pas sarella, le dijo: “Mario, aféi tese, a ver si cambia su suer te”. Así lo hizo y así sucedió.

También hay un origen de la cinta adhesiva blanca que siempre se colocaba debajo de la rodilla derecha antes de salir a jugar. Fue en un partido en Mestalla, contra el Rayo Vallecano, de la temporada 1977-1978. Kempes estaba ju gándose el Trofeo Pichichi con Santillana. Ese día notó un pinchazo en la articulación y fue atendido por los doc tores. Como remedio de ur gencia le colocaron una cinta adhesiva blanca.


Volvió al campo y anotó cuatro goles, con lo que superó en la tabla al delantero del Real Madrid.

Marito pudo haber sido carpintero, como su padre, co mo Mario Alberto haber ini ciado su carrera en la base de Newell’s Old Boys, pero se empeñó en ser futbolista, co mo también lo había sido su progenitor, y este se negó a que se fuera tan lejos de Bell Ville cuando era joven y prefirió que probara en el Ins tituto Atlético Central Cór doba, para que al menos pu diera dormir cada noche en casa. Su forma de recalar en el que era su primer club grande también evidencia su perso nalidad. Digamos que fue a pasar una prueba con carta de recomendación. Cuando llegó y el entrenador le preguntó su nombre, respondió: “Mario Aguilera”. “¿Usted no conoce a un tal Kempes, que también viene de Bell Ville y dicen que es muy bueno?”. “No, no lo conozco”. Cinco goles en cua tro partidos le sirvieron para que en una semana firmara su primer contrato.

La rentabilidad que Insti tuto le sacó a su fichaje queda fuera de toda duda, al recor dar que solo una temporada después fue traspasado a Ro sario Central por US$160 mil, convirtiéndose en ese instan te en el traspaso más caro en el mercado argentino y él, con solo 19 años, en el futbolista mejor pagado. Tampoco en Rosario les salió mal el ne gocio. Dos años después, el Valencia abonó US$600 mil y rompió de nuevo los registros de traspasos en Argentina. Los pagó, eso sí, antes del plebiscito para decidir entre todos los socios de Rosario Central si le vendían; mil 199 votaron y 967 aceptaron.

Kempes llegó al Valencia gracias a los recortes de es tadísticas de la Revista Grá fico, que ojeaba cada semana Bernardino Pérez, Pasieguito. Al entonces director depor tivo le llamaron poderosa mente la atención los regis tros goleadores del delantero de Rosario Central. No había como ahora la facilidad de ver futbol a todas horas por la televisión, y Pasieguito se apersonó en Rosario para ver durante dos semanas entrenar y jugar a Kempes, a quien ya por aquel entonces se le co nocía con el apodo del Matador, que le puso el periodista José María Muñoz, durante la narración de un gol suyo a Boca Juniors y que hoy es una marca registrada. So bra decir que Pasieguito no lo pensó dos veces.

Kempes fue, y aún lo es, el futbolista más grande del Va lencia. Su presencia en Mestalla significó para la entidad un salto cualitativo y, sobre todo, su auténtica internacio nalización. El Valencia era desde hacía décadas un club laureado e histórico en Es paña, pero, más allá de que tuviera en sus vitrinas dos Copas de Ferias, gracias a la figura del Matador fue cuan do de verdad abrió fronteras. A fin de cuentas, en el Va lencia jugaba quien en esos instantes era el mejor jugador de futbol del mundo.

Con Kempes, además, ganó el título más prestigioso que tiene el club a nivel conti nental: la Recopa de Europa de 1980. Final en la que, por cierto, demostró su condición de jugador de equipo y pre cisamente a raíz de ese en cuentro arrancó su particular calvario con las lesiones. Por que Kempes no estaba en ple nas condiciones como para participar, tenía la rodilla in flamada y fue duda hasta úl tima hora. De hecho, apenas tocó la bola durante los 90 minutos y la prórroga, y hasta falló su lanzamiento, el pri mero, en la tanda de penaltis. Pero Di Stéfano habló con él antes de la final y le pidió que jugara. Le vino a decir que con solo saber que Kempes estaba enfrente suyo los defensores del Arsenal le prestarían es pecial atención y dejarían li bre de marca a otro com pañero. Y eso hizo todo un campeón del mundo, sacri ficarse por el equipo.

Kempes sirve como para digma de la exigencia de Mes talla, y a la vez de su entrega hacia aquellos futbolistas que dan todo lo que tienen por su Valencia. Como recuerdan los que estuvieron en aquel Tro feo Naranja de 1976, en el que Kempes se presentó en so ciedad: “Si Mestalla se le silbó a Don Mario Alberto Kempes en su primer partido con el Valencia, ¿qué jugador puede pensar que está libre de no ser silbado?”. Porque eso sucedió, sí. Kempes fue silbado apenas aterrizado en España.

Aquella noche el Matador no estuvo precisamente fino contra el CSKA. En realidad fueron unos días estresantes y que tuvieron la guinda con aquel mal partido. Largo viaje desde Argentina a Madrid, del frío invierno al caluroso ve rano con solo bajar de un avión, y hasta un susto se llevó durante la revisión mé dica. En las radiografías apa recieron unas manchas ne gras en el estómago, que fi nalmente resultaron ser per digones que había ingerido en un restaurante de Motilla de Palancar junto a unas sucu lentas codornices en escabeche.

Dicho todo ello, no es de extrañar que ante el CSKA fallara cinco claras ocasiones de gol y hasta lanzara fuera un penalti. Pero tales argumen tos exculpatorios no impidie ron que el presidente Ramos Costa escuchara cómo desde la grada llamaban “burro” al que era su fichaje estrella y que él mismo buscara en el palco a Pasieguito con mirada de ‘¿qué me has traído?’. En tonces el secretario técnico no dijo nada. Hoy bien podría decir que trajo al mejor fut bolista de la historia del Va lencia.

martes, 11 de abril de 2017

Hace 42 años (11/04/75) Mario Kempes goleador eterno del clàsico le daba la clasificacion a Central y elimina a NOB de la Libertadores.



Central alcanzó las semifinales en la Copa Libertadores en 1975 , donde Kempes hizo 5 goles; uno de ellos fue ante Newell's (1-0), el 11 de abril, en un encuentro desempate que clasificó a Rosario Central a la ronda semifinal de la copa. En la segunda mitad del año disputó el Torneo Nacional finalizando quinto con 13 goles del matador. En el encuentro de la primera fecha del torneo ante Newell's, Kempes marcó los tres goles de la victoria centralista: uno con la pierna izquierda, otro con la derecha y el restante de cabeza.


Central entra a la cancha , noche del 11 de Abril de 1975


 El Matador define ante Carrasco


La revista "El Gràfico" inmortalizo la hazaña de Mario Kempes


lunes, 10 de abril de 2017

Maradona y Kempes, una rivalidad Súperclásica | Nota de Matias Carusso


Diego Maradona y Mario Kempes, dos de los máximos exponentes del fútbol argentino, disputaron cinco Superclásicos durante los comienzos de la década del ´80 vistiendo las camisetas de Boca y River, respectivamente. Si bien el “Diez” marcó más goles que el “Matador”, éste último ganó un partido más.

 A lo largo de los encuentros entre Boca y River han pasado innumerables cantidad de futbolistas, quienes dejaron, en mayor o menor medida, una huella en la historia de los Superclásicos. Sin embargo, a la hora de hablar de la calidad de jugadores, no se puede pasar por alto a Mario Alberto Kempes y Diego Armando Maradona, responsables en la obtención de las Copas del Mundo de Argentina 1978 y México 1986, respectivamente.

El mercado de pases que se abrió a comienzos de 1981 fue uno de los más resonantes en cuanto a las transferencias. Diego Maradona, proveniente de Argentinos Juniors, selló su vínculo con el club de la Ribera, mientras que River contrató, a préstamo por un año, a Mario Kempes, quien llegaba del Valencia de España.

El primer partido entre ambos se disputó en la Bombonera el 10 de abril de 1981. Con dos goles de Miguel Ángel Brindisi y uno de Maradona, el conjunto dirigido por Silvio Marzolini se llevó el clásico por un contundente 3 a 0. Un par de meses más tarde, llegó el turno de verse las caras nuevamente. El 5 de julio en el Antonio Vespucio Liberti, Maradona, en primera instancia, y Kempes, diez minutos más tarde, anotaron los goles en un encuentro que terminó igualado en un gol.

Pero la revancha para los conducidos por Alfredo Di Stéfano no tardó en llegar y, el 27 de julio por el Campeonato Nacional, el Millonario derrotó a Boca como visitante por 3 a 2. Si bien el gran estratega xeneize abrió el marcador, la reacción del rival llegó justo a tiempo, y de la mano de Kempes, Daniel Passarella y Jorge García, River se puso 3 a 1. Pese al descuento de Ricardo Gareca, Boca nunca pudo llegar a la igualdad.

El 1 de noviembre se jugó en el Monumental el cuarto y último partido del año en el que empataron ambos clubes. Juan José López y José María Vieta anotaron los tantos para los de Núñez, mientras que Maradona, en dos oportunidades, decretó el 2 a 2 definitivo.

Sin embargo, los malos manejos económicos de los dos clubes más importantes de Argentina hicieron que ambos jugadores emigraran hacia Europa en 1982. Diego Maradona fue transferido al FC Barcelona, mientras que Mario Kempes retornó al Valencia. Pero antes de partir rumbo a España, los dos futbolistas se vieron las caras por última vez en un partido amistoso por la Copa de Oro, jugado en Mar del Plata, el 6 de febrero de 1982. River ganó ese encuentro por la mínima diferencia gracias al gol que marcó Ramón Ángel Díaz.

Si bien de los cinco partidos disputados, River ganó dos, empató otros dos y Boca ganó sólo uno, la actuación de Kempes fue opacada por Maradona, quien convirtió cinco goles contra los dos del “Matador”. Pese a ello, los de la Ribera obtuvieron el Metropolitano y los de Núñez, el Nacional de 1981.

Nota de Por Matias Carusso | Publicado por leydelex.blogspot.com.ar en 2011

sábado, 8 de abril de 2017

Kempes salió en defensa de Batistuta: "Si le faltaron el respeto a él, se lo faltaron a la selección argentina"

El “Matador” fue muy duro con el actual plantel para defender al histórico goleador


Las declaraciones de Gabriel Batistuta sobre el destrato que recibió por parte de los jugadores de la Selección dividió las aguas entre los referentes del fútbol argentino. Uno de los que salió a apoyarlo fue Mario Alberto Kempes.

"Si le faltaron el respeto a Batistuta, le están faltando el respeto a la selección nacional. Si le faltaron el respeto a Batistuta, no tienen ningún cariño ninguna clase como para vestir la camiseta de la selección argentina", sentenció sin tapujos el Matador en diálogo con el programa radial Súper Mitre.

El campeón del mundo en 1978 también fue muy duro con el momento general que está pasando la selección argentina: "Veo lamentable lo que está pasando con Bauza, porque volvemos a los años 70, donde cada cuatro o cinco partidos se cambiaba de entrenador".

El ex futbolista de 62 años también recayó sobre los jugadores argentinos que brillan en el fútbol internacional pero no logran mostrar el mismo nivel en la Selección. "La selección argentina tiene que ser de los argentinos en general, no sólo de los que están en el exterior. Año tras año están fracasando y están viniendo los mismos, debería venir un entrenador que hiciera una revolución aunque le costara el puesto", opinó.

"El que venga que tenga la suficiente valentía para armar el equipo, caiga quien caiga me importan cinco pepinos. Quiero una selección argentina ganadora", agregó en esa misma línea.

El debate se inició a raíz de la anécdota que contó Batistuta, donde reconoció que no tuvo una buena recepción por parte de los futbolistas del actual plantel. "Entré a saludar al vestuario de la Selección y la mitad no me dio pelota", afirmó. Pablo Aimar y Fernando Cavenaghi, en contraposición de Kempes, se diferenciaron del Bati.

 fuente:http://www.infobae.com

jueves, 6 de abril de 2017

Kempes, Saura, Bonhoff...Nantes-Valencia Semifinal Recopa 1980 INTEGRO



Nota de Archivo Superdeporte | Mario Alberto Kempes ya tiene su 'Balón de Oro'

Mario Alberto Kempes ya tiene su ‘Balón de Oro’ FRANCE FOOTBALL corrigue el palmarés simulando lo que hubiera sucedido sin restricciones continentales
César Izquierdo | @Izquierdocesar 11.12.2015


En ocasiones, el tiempo y la memoria hacen justicia. Mejor jugador, máximo goleador y campeón del Mundial de Argentina 1978, Mario Alberto Kempes, actual embajador del Valencia, fue reconocido ese año con todo tipo de premios individuales: Futbolista del año en Sudamérica, Olimpia de Plata (mejor jugador argentino del año), Onze d´Or al jugador europeo del año por la revista parisina Onze Mondial? La estrella del Valencia CF se colgó todas las medallas, menos una: el célebre Balón de Oro. ¿El motivo? El delantero no pudo ser premiado con laurel de los laureles porque el premio estaba restringido a futbolistas de nacionalidad europea por aquel entonces. No Sudamérica, no África, no Asia u Oceanía. Consciente de la injusticia, la revista francesa France Football -organizadora y progenitora del galardón, hasta que la FIFA acordó su control en 2009- ha decidido revisar el palmarés. Sin esa frontera editorial, el ganador de aquella edición de 1978 hubiera sido Kempes. Sin discusión


En una edición especial publicada este mes de diciembre, con motivo del 60 aniversario del Balón de Oro, France Football simula y reportajea lo que hubiera sucedido sin esa restricción editorial. No es una corrección oficial. Ahora no le van a quitar el honor al inglés Kevin Keegan (Hamburgo) o le van a dar un premio a Kempes. Si bien, es una forma de reconocer y dar forma a la historia. Cuestión de prestigio. Keegan, era el jugador bonito del momento, figura total en el Liverpool e incorporación mediática para el campeonato alemán. Sin embargo, Kempes no se discute. Hizo doblete en tres de los últimos cuatro partidos del Mundial (Polonia y Perú), incluida la final ante Holanda.

En el Valencia CF se coronó como máximo goleador de la La Liga, firmó 28 tantos y dejó un total de 39 ese año. Una barbaridad y sólo tenía 24 años. Era su segunda temporada en Mestalla, tras llegar de Rosario Central. La Copa, la Recopa y la Supercopa de Europa llegarían después. El reconocimiento engancha además con ese espíritu original -perdida desde el abordaje de la FIFA- de premiar al futbolista más determinante del Mundial, como sí sucedió con Bobby Charlton, Gerd Müller, Paolo Rossi, Zinedine Zidane, Ronaldo o Fabio Cannavaro.



fuente original: http://www.superdeporte.es/…/10/kempes-balon-oro/279401.html

miércoles, 5 de abril de 2017

Joyas de Archivo: Leopoldo Jacinto Luque y Mario Alberto Kempes


Joyas de Archivo Leopoldo Jacinto Luque y Mario Alberto Kempes (con la Casaca de Perù) en el vestuario de Rosario Central. Mundial 1978 Foto Gentileza de Mariano Nieva Sobrino del Gran Negro Nieva

domingo, 2 de abril de 2017

Kempes lloró con Kempes

El Matador se reunió con Amaro Gonçalves, el papá de Everton Kempes, delantero de Chapecoense fallecido en el accidente aéreo, quien le confesó que decidió llamarlo así por él. Además, recordó una de las máximas de su hijo: "Su frase era 'no dejes que el sueño muera'".
Por otro lado, Amaro contó, entre lágrimas, cómo se enteró de la tragedia: "Nosotros nos estábamos preparando para ver el partido cuando nos dicen del accidente. Se nos cayó el mundo. Pero yo sé que está con Dios, sé que fue un buen padre, un buen marido.... Ahora hay que seguir adelante". Además, destacó algo que su hijo decía: "Una de las últimas cosas que él hizo fue grabar un video con todos los jugadores de Chapencoense. Su frase era 'no dejes que el sueño muera'".
La camiseta de Everton fue la única que se rescató tras el siniestro, y Amaro decidió que se la quedara su nieto, João Gabriel Kempes. El Matador, le regaló una suya, que usó en el Mundial 78.
Que Everton Kempes, el delantero brasileño fallecido en el accidente que sufrió el plantel de Chapecoense, llevara el mismo apellido que el Mario Kempes no es coincidencia. Su padre, Amaro Gonçalves, es amante del fútbol, y en una charla con el Matador, que produjo ESPN, le confesó que decidió nombrarlo así por él: "El jugador argentino tiene mucha garra, y mi primer hijo nació el 22 de junio del 78, el día del partido con Perú, que tenían que ganar 5 a 0. Yo me dije a mi mismo que le colocaría al menos el apellido de quien sea el goleador de la Copa del Mundo". Esa noche, el ex Rosario Central marcó dos tantos, y con otros dos en la final, terminó como el máximo artillero del torneo con seis conquistas. A Everton, que nació cuatro años más tarde, decidió ponerle el mismo apellido.