viernes, 7 de agosto de 2020

Con Kempes en la cancha éramos invencibles.


Nadie va a la cancha a ver fútbol.
Todos vamos a ver ganar a nuestro equipo.

Yo mismo hice las promesas más difíciles de cumplir por un triunfo, vi películas horribles, di vueltas en auto por lugares que no recuerdo, recé, deje placeres, todo por que gane Central.
Nunca me importaron las formas. Colgados del travesaño o dando un baile histórico, ganar, solo ganar, volver al barrio como Julio César de las Galias, con la gloria en el puño alzado y dormir abrazado a la camiseta de piqué, la de Central de siempre, con el cuello gastado.
Y un día, como si fuera un 6 de enero, llegó Mario Alberto Kempes.
Quien sabía que habia llegado un superhéroe a Arroyito?
Quien esperaba a Superman?


Kempes fue lo que todo Canalla quiere ver de un jugador.
Habilidad, fuerza, entrega, presencia, fe inquebrantable, recursos inagotables, picardía, seriedad en el festejo, infalible en la definición.
Mario fue la Alegría de un pueblo auriazul que, por origen y cultura, es fiesta popular, barrial, agradecida y bulliciosa.
Fue un tiempo feliz.

Con Kempes en la cancha éramos invencibles.
“Dásela al Guaso!” y Marito les rompía el arco, a todos.
El recuerdo de su paso es dulce, como aquellos sueños que teníamos al salir del cine en el que habíamos visto que el héroe había podido contra todos y a todos había vencido.
Como todo lo bueno, duró poco, pero los que lo vimos jugar, jamás olvidaremos que por Central pasó El Mejor y que fuimos felices, porque Superman jugó para nosotros y ganábamos siempre.


Jorge Cánepa.






 

Y un día, como si fuera un 6 de enero, llegó Mario Alberto Kempes.