lunes, 31 de agosto de 2015
"A los grandes del fútbol nunca los alcanza el olvido"
Kempes y El Titan Martin Palermo
Mario Kempes, Jose Ramon y Hugo Sanchez.
Raúl y Mario Kempes
Quique Wolff, Palermo,Bermudez,Kempes , Ortega y Sorín
sábado, 29 de agosto de 2015
Eliminatorias Mundial Alemania 1974
SELECCIONADO FANTASMA 1973.
Néstor Chirdo,Rubén Glaria,Rubén Galvan,Daniel Tagliani,Matildo Ubaldo Fillol y Osvaldo Cortez. Alfredo Ramón Fornari,Marcelo Antonio Trobbiani,Mario Alberto Kempes,Aldo Pedro Poy y Juan Ramón Rocha. D.T. Prof. Miguel Ubaldo Ignomiriello (Argentino)
SELECCIONADO ARGENTINO 1973
Angel Hugo Bargas,Rubén Glaria,Daniel Tagliani,Daniel Carnevali,Osvaldo Cortez y Roberto Telch. Ramón Alfredo Fornari,Rubén Galvan,Rubén Hugo Ayala,Mario Alberto Kempes y Aldo Pedro Poy. D.T. Prof. José Omar Sivori (Argentino)
viernes, 28 de agosto de 2015
A 20 años de Mario Alberto Kempes en Chile
A 20 años de Mario Alberto Kempes
Fue en agosto de 1995 cuando A. F. Vial dio el golpe: sacó a Kempes del retiro y lo trajo al ascenso chileno. El anecdótico paso del Matador en el club ferroviario pasó a la historia. Aquí, él mismo recuerda aquel episodio.
Era sábado y en Concepción había un día soleado, escasos en agosto, invitaba a todos al estadio. Había expectación. Durante la semana las conversaciones en restoranes y hogares giraron en torno a esa tarde; la prensa penquista, chilena y mundial también estaba atenta: Mario Alberto Kempes, a los 42 años, retornaría al fútbol profesional.
Faltaban 30 minutos para las 16.00, horario en que Arturo Fernández Vial recibía a Rangers por la primera fecha de la segunda rueda del torneo de Segunda División, y 4.500 personas coreaban eufóricas Matador, la canción de Los Fabulosos Cadillacs. En eso estaban cuando se dieron cuenta de que, en el Block J del Municipal de Concepción, chaqueta de cuero negra y cigarrillo en mano, permanecía el astro, saludando a quien se lo pidiese. Pero no jugó. El pase del campeón del mundo no había llegado.
“¡¿Han pasado 20 ya?! Puchas que estoy viejo”. Quien habla es Luis Chavarría, zaguero de aquel Vial ’95. “Cuando me dijeron que venía Kempes, no podía creerlo y sólo lo hice el mismo día en que el profesor (Pedro Olivera) nos lo presentó en el camarín”, recuerda. La sola impresión por la contratación motivó al plantel, que aquella tarde venció al entonces líder por 2-1.
Su debut en el club fue una semana más tarde. Ante Arica, en Collao, el 26 de agosto, el público se deleitó al ver la clase con que golpeaba el balón. No convirtió ese día, pero fue decisivo. Sus pelotas detenidas eran de temer y casi convierte un gol olímpico, que sólo el travesaño le negó, aunque más tarde (45’) Paniagua aprovechó un nuevo córner del ‘10’ para anotar el único tanto del partido.
Con una victoria y con él como protagonista comenzaron sus últimos pasos en el profesionalismo. Y es curioso, porque el goleador de Argentina ’78 pudo hacerlo en Rosario Central, el club que lo hizo grande y al que le juró amor eterno, o River o algún equipo de Europa, pero no; lo hizo en el humilde Arturo Fernández Vial.
Todo se gestó así, según narró Olivera al diario El Sur en 2003: “Había ido a buscar a otro jugador a Mendoza y sentado en un café salió el tema. Con Mario me une una amistad grande, él creía que lo estaba jodiendo y terminó acá... Fue una linda experiencia, tanto para el plantel como para la ciudad”.
Vial ansiaba retornar a la serie de honor y necesitaba costear un plantel competitivo. Buscó durante julio y agosto algún volante creativo y al final apareció él. Su única ocupación era su escuela de fútbol en Mendoza y, pese a la inactividad, estaba en forma. Así, una simple broma pasó a ser un golpe total. Kempes ganaría cinco mil dólares por partido, que se pagarían solos gracias al público que empezó a seguir a los aurinegros (pasó de 800 a cuatro mil). Jugaría sólo de local y entrenaría jueves y viernes. “Al final se pasaba la semana entera con nosotros”, narra Chavarría.
Desde Miami, donde trabaja como comentarista para ESPN, Kempes se alegra al recibir el llamado de La Tercera. “Fue una época donde yo estaba retirado y tuve la suerte de poder jugar en Fernández Vial y realmente creo que lo hicimos bien. Lo intentamos, no llegamos a jugar el hexagonal, pero estuvimos cerquita. Fue muy lindo”, confiesa.
Así recuerda la voz de los juegos de video FIFA 2014 y 2015: “Estaba en Mendoza trabajando en la escuela de fútbol y vino el entrenador (Olivera) y me sorprendió. Era temprano, estaba medio dormido, nos tomamos un café y hablamos. Le dije en qué condiciones físicas estaba, porque ya había dejado de jugar; entrenaba, pero no es lo mismo practicar con veteranos que con gente joven (…). El acuerdo era que jugaría sólo de local, pero duró un solo partido. Jugar en casa o de visitante era lo mismo. Nos divertíamos y no hubo ningún problema”.
Amante del asado, apenas llegó al club se adueñó de la parrilla de calle Progreso, en Chiguayante. “Le encantaba el costillar de vacuno, sus cigarros Marlboro que traía de Argentina y el vino con soda. Llegaba los jueves y era tradición su asado. Él se rajaba. Yo, como buen huaso, lo ayudaba con la carne”, comenta el Chiqui, también ex defensor de la Selección, la U y Deportes Concepción. “Era muy humilde”, continúa, “Cocinaba y nos servía, de tú a tú, nunca nos sacó en cara su trayectoria y siempre nos aconsejaba. Nos enseñó a esforzarnos por los sueños y por ser grandes”.
Kempes, alcanzó a jugar por Vial sólo 11 partidos y anotó cinco goles, todos a balón parado, pero eso bastó para que pasara a la historia como el astro que remeció el Ascenso. “Fue una época muy linda. No llegamos a clasificar, pero lo pasábamos muy bien”, asegura el ex Valencia y River Plate.
Este paso lo elevó a ídolo de los ferroviarios, que ahora se debaten entre el profesionalismo y el amateurismo. “Es muy triste, pero qué se le puede hacer. Es lamentable, porque es un club histórico y que tenga que sufrir estos percances. Pero la historia es una”. Y claro, Mario, la historia es una y dice que el segundo semestre del ’95 un crack tomó sus zapatos, cruzó la cordillera y eligió dar sus últimos disparos en Concepción.
www.latercera.com
Ignacio Leal C.
Mario Kempes: Ha sido internacional con la Selección de fútbol de Argentina entre los años 1973 y 1982
Ha sido internacional con la Selección de fútbol de Argentina entre los años 1973 y 1982 con 43 presencias y 20 goles marcados. Fue el máximo goleador del seleccionado argentino campeón de la Copa Mundial de Fútbol de 1978 con 6 goles, marcando 2 en la final ante Holanda y proclamándose así campeón del mundo y recibiendo la Bota de Oro del Mundial '78.
miércoles, 26 de agosto de 2015
lunes, 24 de agosto de 2015
domingo, 23 de agosto de 2015
El testigo del gol: Villa y mario Kempes, un encuentro Mágico en NY
A David Villa (126 goles en 197 partidos, en cinco temporadas) sí que lo ha visto y hasta ha tenido oportunidad de encontrarse con él en la Ciudad Deportiva de Paterna, cuando el Guaje la rompía en el equipo y él iba progresando en la escuela del Valencia. «Paco tiene 21 años y ya lleva dos temporadas en Primera marcando goles importantes. En este momento no le veo techo. Tiene mucha intuición, un primer remate y unos movimientos que lo hacen letal en el área. Seguro que dará muchas tardes de gloria al Valencia», explicaba Villa.
Si el Valencia logra meterse en la Liga de Campeones tras la ronda previa de agosto, el último gol de Alcácer en Almería valdrá su peso en oro. Eso cree, al menos, Kempes: «Fue un gran gol, no de delantero centro, sino de los de fabricárselo. Fue a buscar el error del defensa, se fue por velocidad y definió como sabe. Paco destaca por sus demarques y primer toque, pero sabe hacer de todo».
Después de dos temporadas completas en el Valencia -aunque no con continuidad- a sus 21 años tiene números de crack (27 goles en 73 partidos oficiales). El delantero valenciano se ha consagrado esta temporada en el primer equipo, a pesar de la competencia que ha tenido en Álvaro Negredo.
El delantero internacional ha ido quemando etapas a mucha velocidad en el Valencia. «¿Qué puedo decir de Kempes y de Villa?. Dos de los mejores delanteros de la historia del Valencia. Tuve la suerte de compartir algún entrenamiento con Villa cuando yo era juvenil. No me lo podía creer. De Kempes sabemos lo que hizo en Valencia y con su selección. He visto las cosas que hizo en vídeos y es uno de los más grandes. Ojalá pueda parecerme a ellos». Alcácer se lleva de este viaje la experiencia de haberse visto con El Guaje y el Matador. Un lujo
Fernando Álvarez - 27/05/15
Fuente: El testigo del gol - MARCA.com
sábado, 22 de agosto de 2015
Mario Alberto Kempes: Volvió a Argentina en marzo de 1981, al River Plate
Volvió a Argentina en marzo de 1981, al River Plate por 300 millones de pesetas. Con el club de Núñez, obtuvo el Campeonato Nacional de 1981, en donde Kempes anotó un decisivo gol en la final, jugada ante Ferro Carril Oeste
Revista TodoDeportes: No diga gol, diga Mario Kempes
Mario Alberto Kempes fue el adelantado a su época. Se convirtió en el traspaso más caro entre clubes argentinos y en el líder de la primera Argentina campeona del Mundo. Nunca presumió de eso.
CONRADO VALLE
Mario Alberto Kempes cuesta encon trarle su sitio en el olimpo del futbol. Está como en zona de nadie entre los legendarios de este deporte.
Para muchos, su lugar está en un escalón intermedio entre los Pelé, Di Stéfano, Cruyff, Maradona y el resto de grandes de la his toria de este deporte. Su alma gemela en este sentido pu diera ser Eusebio, aunque los acérrimos de Marito, como lo conocían de niño, siempre po drán decir que a diferencia del portugués, su ídolo ganó un mundial. Alguno de sus fanáticos incluso iría más allá y diría que fue Kempes quien hizo ganar a Argentina su pri mer mundial, como Marado na su segundo.
Posiblemente las genera ciones que no lo vieron jugar conozcan a otras leyendas más que a Kempes. Al menos aquellos aficionados que no lo son del Valencia, porque para la mayoría de los va lencianistas no hay otro más grande en la historia que el Matador. Sin embargo, la IF FHS lo catalogó como el sexto mejor futbolista argentino del siglo XX. Quizás ese reco nocimiento menor hacia su figura se deba precisamente a que en Europa solo amó al Valencia, y en el ocaso de su carrera deambuló por Hér cules, First Vienna, Saint Pols ten y Kremser.
Seguramente también pudiera tener algo que ver el hecho de que nunca tuvo el ego que envuelve a los futbolistas en general y a las estrellas, en particular.
César Luis Menotti, el se leccionador de Argentina en 1978, escribía en la biografía de Kempes lo siguiente: “Re cuerdo que en medio de la locura de los festejos me dijo: ‘Gracias por llamarme, César. Esto se lo debo a usted’. No podía creer que él me es tuviera agradecido a mí”.
Otro ejemplo de su forma de ser: el día después de ese agrade cimiento a Menotti, apenas 24 horas después de ser el autor de dos de los tres goles de Argentina a Holanda en el Monumental de Buenos Ai res, Kempes viajaba de re greso hacia su querida Bell Ville, en el coche, con sus padres, como quien vuelve a casa tras haber pasado unas vacaciones en la playa. In cluso a punto estuvo de dar media vuelta y volverse por donde había llegado, y todo por un ataque de timidez que le entró cuando se enteró de que en su localidad natal lo esperaban multitud de veci nos en las calles y un camión de bomberos a la entrada, pa ra pasearlo por la ciudad co mo héroe nacional.
Kempes fue un futbolista que marcó un antes y un des pués en el futbol argentino. Pero su figura también quedó en parte eclipsada porque a la par que su ciclo enfilaba la recta final, emergía con fuer za la de otro compatriota suyo que, en su caso, iría más allá y alteró el orden del futbol mundial: Diego Armando Ma radona. Ambos compartieron vestuario en la selección —Maradona, de hecho, fue uno de los tres últimos des cartes que Menotti hizo de cara al Mundial de 1978, y después coincidieron en el de España de 1982—. Fueron, además, rivales en cinco clásicos entre Boca y River Plate. Aquello sucedió en 1981 y la sola presencia de ambos en el torneo Argentino animó la competición.
Maradona marcó más go les en esos cinco enfrenta mientos que el Matador —cinco por tres—, aunque Kempes ganó un partido más. Entre ambos siempre hubo química. Maradona respetaba la figura de su antecesor, por ser el ídolo de la patria hasta que él llevó a Argentina a ganar el Mundial de México en 1986. Además se entendían en lo personal. Cuenta Kem pes en sus memorias que a los pocos días de haber llegado a Buenos Aires, tras haber fi chado por River luego de su primera etapa en el Valencia, Maradona lo recogió en el hotel donde quedó hospeda do y se los llevó a él y su familia a comer a su casa.
Kempes nació un 15 de julio de 1954. Lo hizo en Bell Ville y su labor durante parte de su vida fue la de hacer goles. Ahora los narra y comenta en la cadena ESPN. Entre medias probó fortuna, sin éxito, como entrenador en parajes tan exóticos como impropios pa ra su personaje como el Pelita Jaya de Yakarta, el Lushnja de Albania, el Mineros de Ve nezuela o los bolivianos del The Strongest y el Blooming. Incluso hizo sus pinitos en el futsala, en el Autocares Luz de Valencia. Pero si por algo será recordado es por lo que hizo con un balón en los pies con el dorsal 10 en la espalda.
Durante 19 años como pro fesional militó en nueve clu bes —tres de Argentina: Cen tral de Córdoba, Rosario Cen tral y River Plate; cinco en Europa: Valencia, Hércules, First Vienna, St. Polsten y Kremser; y uno en Chile: seis meses en el Arturo Vidal de Segunda División, donde col gó definitivamente las bo tas—. En 555 partidos oficiales anotó 307 goles. A ellos hay que sumar los 20 que anotó en los 43 encuentros que disputó durante sus nueve años como internacional de Argentina, llegando a disputar tres mun diales —Alemania 1974, Ar gentina 1978 y España 1982—.
Seis de esos goles con la Albiceleste los celebró en el torneo de 1978, en el que, además de proclamarse Cam peón del Mundo, fue nom brado Mejor Jugador y Bota de Oro. Si en su casa no tiene Kempes un Balón de Oro es porque por aquel entonces France Football solo los en tregaba a los nacidos en Eu ropa. Lo que sí tiene son tres títulos con el Valencia —Copa del Rey, Recopa de Europa y Supercopa de Europa—, dos galardones de máximo golea dor de la liga española —con 24 goles en la 76-77 y 28 en 77-78— y un Campeonato Na cional que se adjudicó en 1981 con el River Plate, que en trenaba Alfredo Di Stéfano, al que ya conocía Kempes de su anterior etapa en el Valencia.
Delantero corpulento
Incluso era propenso a en gordar, por lo que cuidaba, y mucho, su alimentación. Ben dita mano la de su madre, Eglis, con los pucheros, a la que el Valencia se encomendó para que alimentara a su hijo como solo ella sabía hacer durante sus primeros años por Mestalla. La fotografía de Kempes va asociada a su fron dosa melena al viento, mien tras corría cual tren de mer cancías superando a cuantos rivales se le pusieran por de lante. Así marcó uno de sus dos goles contra Holanda en la final del Mundial, cabal gando entre defensas hasta poder rematar a Jongbloed y zafándose casi a empujones de Suurbier y Poortvliet para poder enviar a la red el balón con los tacos. Así anotó tam bién uno de sus dos goles con el Valencia en la final de Copa del Rey de 1979 contra el Real Madrid, en el Manzanares, arrollando a San José y Del Bosque y fusilando a García Ramón.
Incluso era propenso a en gordar, por lo que cuidaba, y mucho, su alimentación. Ben dita mano la de su madre, Eglis, con los pucheros, a la que el Valencia se encomendó para que alimentara a su hijo como solo ella sabía hacer durante sus primeros años por Mestalla. La fotografía de Kempes va asociada a su fron dosa melena al viento, mien tras corría cual tren de mer cancías superando a cuantos rivales se le pusieran por de lante. Así marcó uno de sus dos goles contra Holanda en la final del Mundial, cabal gando entre defensas hasta poder rematar a Jongbloed y zafándose casi a empujones de Suurbier y Poortvliet para poder enviar a la red el balón con los tacos. Así anotó tam bién uno de sus dos goles con el Valencia en la final de Copa del Rey de 1979 contra el Real Madrid, en el Manzanares, arrollando a San José y Del Bosque y fusilando a García Ramón.
Kempes era un futbolista de talento y furia. De potencia y precisión. Pelé lo definió como “un jugador de toda la cancha. Tiene esa increíble energía que lo hace estar de fendiendo en un determinado momento y de pronto colo carse en posición de hacer goles, empujado por su in saciable apetito de red”. Pre cisamente por su mayúscula fuerza trataron de atacarlo. En la prensa de Brasil, en los días previos a la semifinal ante Argentina de 1978, se le llegó a difamar con una nunca de mostrada adicción a los es timulantes. “¿En qué se con vertiría el futbol mundial si de pronto, y a raíz de ese talento, lo acusamos de tomar dro gas?”. Las palabras en defensa suya no son de ningún com patriota. Fueron dichas por el propio Pelé.
Kempes era también un maniático de costumbres. Ri tuales en la preparación de los partidos que fue acumulando con los años y repitiendo una y otra vez. Por ejemplo, el de afeitarse el bigote dos horas antes de cada partido. Todo comenzó cuando en la previa de Argentina frente a Polonia, de la primera fase del Mundial de 1978, tras tres partidos en los que el Matador no había visto puerta, Menotti se acer có y, tras haberle insistido antes el Tolo Gallego y Pas sarella, le dijo: “Mario, aféi tese, a ver si cambia su suer te”. Así lo hizo y así sucedió.
También hay un origen de la cinta adhesiva blanca que siempre se colocaba debajo de la rodilla derecha antes de salir a jugar. Fue en un partido en Mestalla, contra el Rayo Vallecano, de la temporada 1977-1978. Kempes estaba ju gándose el Trofeo Pichichi con Santillana. Ese día notó un pinchazo en la articulación y fue atendido por los doc tores. Como remedio de ur gencia le colocaron una cinta adhesiva blanca.
Volvió al campo y anotó cuatro goles, con lo que superó en la tabla al delantero del Real Madrid.
Marito pudo haber sido carpintero, como su padre, co mo Mario Alberto haber ini ciado su carrera en la base de Newell’s Old Boys, pero se empeñó en ser futbolista, co mo también lo había sido su progenitor, y este se negó a que se fuera tan lejos de Bell Ville cuando era joven y prefirió que probara en el Ins tituto Atlético Central Cór doba, para que al menos pu diera dormir cada noche en casa. Su forma de recalar en el que era su primer club grande también evidencia su perso nalidad. Digamos que fue a pasar una prueba con carta de recomendación. Cuando llegó y el entrenador le preguntó su nombre, respondió: “Mario Aguilera”. “¿Usted no conoce a un tal Kempes, que también viene de Bell Ville y dicen que es muy bueno?”. “No, no lo conozco”. Cinco goles en cua tro partidos le sirvieron para que en una semana firmara su primer contrato.
La rentabilidad que Insti tuto le sacó a su fichaje queda fuera de toda duda, al recor dar que solo una temporada después fue traspasado a Ro sario Central por US$160 mil, convirtiéndose en ese instan te en el traspaso más caro en el mercado argentino y él, con solo 19 años, en el futbolista mejor pagado. Tampoco en Rosario les salió mal el ne gocio. Dos años después, el Valencia abonó US$600 mil y rompió de nuevo los registros de traspasos en Argentina. Los pagó, eso sí, antes del plebiscito para decidir entre todos los socios de Rosario Central si le vendían; mil 199 votaron y 967 aceptaron.
Kempes llegó al Valencia gracias a los recortes de es tadísticas de la Revista Grá fico, que ojeaba cada semana Bernardino Pérez, Pasieguito. Al entonces director depor tivo le llamaron poderosa mente la atención los regis tros goleadores del delantero de Rosario Central. No había como ahora la facilidad de ver futbol a todas horas por la televisión, y Pasieguito se apersonó en Rosario para ver durante dos semanas entrenar y jugar a Kempes, a quien ya por aquel entonces se le co nocía con el apodo del Matador, que le puso el periodista José María Muñoz, durante la narración de un gol suyo a Boca Juniors y que hoy es una marca registrada. So bra decir que Pasieguito no lo pensó dos veces.
Kempes fue, y aún lo es, el futbolista más grande del Va lencia. Su presencia en Mestalla significó para la entidad un salto cualitativo y, sobre todo, su auténtica internacio nalización. El Valencia era desde hacía décadas un club laureado e histórico en Es paña, pero, más allá de que tuviera en sus vitrinas dos Copas de Ferias, gracias a la figura del Matador fue cuan do de verdad abrió fronteras. A fin de cuentas, en el Va lencia jugaba quien en esos instantes era el mejor jugador de futbol del mundo.
Con Kempes, además, ganó el título más prestigioso que tiene el club a nivel conti nental: la Recopa de Europa de 1980. Final en la que, por cierto, demostró su condición de jugador de equipo y pre cisamente a raíz de ese en cuentro arrancó su particular calvario con las lesiones. Por que Kempes no estaba en ple nas condiciones como para participar, tenía la rodilla in flamada y fue duda hasta úl tima hora. De hecho, apenas tocó la bola durante los 90 minutos y la prórroga, y hasta falló su lanzamiento, el pri mero, en la tanda de penaltis. Pero Di Stéfano habló con él antes de la final y le pidió que jugara. Le vino a decir que con solo saber que Kempes estaba enfrente suyo los defensores del Arsenal le prestarían es pecial atención y dejarían li bre de marca a otro com pañero. Y eso hizo todo un campeón del mundo, sacri ficarse por el equipo.
Kempes sirve como para digma de la exigencia de Mes talla, y a la vez de su entrega hacia aquellos futbolistas que dan todo lo que tienen por su Valencia. Como recuerdan los que estuvieron en aquel Tro feo Naranja de 1976, en el que Kempes se presentó en so ciedad: “Si Mestalla se le silbó a Don Mario Alberto Kempes en su primer partido con el Valencia, ¿qué jugador puede pensar que está libre de no ser silbado?”. Porque eso sucedió, sí. Kempes fue silbado apenas aterrizado en España.
Aquella noche el Matador no estuvo precisamente fino contra el CSKA. En realidad fueron unos días estresantes y que tuvieron la guinda con aquel mal partido. Largo viaje desde Argentina a Madrid, del frío invierno al caluroso ve rano con solo bajar de un avión, y hasta un susto se llevó durante la revisión mé dica. En las radiografías apa recieron unas manchas ne gras en el estómago, que fi nalmente resultaron ser per digones que había ingerido en un restaurante de Motilla de Palancar junto a unas sucu lentas codornices en escabeche.
Dicho todo ello, no es de extrañar que ante el CSKA fallara cinco claras ocasiones de gol y hasta lanzara fuera un penalti. Pero tales argumen tos exculpatorios no impidie ron que el presidente Ramos Costa escuchara cómo desde la grada llamaban “burro” al que era su fichaje estrella y que él mismo buscara en el palco a Pasieguito con mirada de ‘¿qué me has traído?’. En tonces el secretario técnico no dijo nada. Hoy bien podría decir que trajo al mejor fut bolista de la historia del Va lencia.
viernes, 21 de agosto de 2015
jueves, 20 de agosto de 2015
Mario Kempes por Vicente Gorgues (www.levante-emv.com)
VICENTE GORGUES Hace algunos años, gracias a la intermediación de un amigo común, tuve la enorme fortuna de conocer a Mario Kempes. Para quien escribe eran tiempos muy difíciles, mi madre aquejada de demencia senil se iba consumiendo poco a poco en su ancianidad. Sonó el teléfono, al otro lado, un amigo: escucha, que si no tienes nada que hacer después de comer Mario te invita a tomar un café. Era verano, Kempes pasaba unos días de vacaciones en un chalet del Plantío. La llamada me entusiasmó. Sin saber si me entendería, le dije a mi madre que Kempes me invitaba a tomar un café. Ella sonrió y dijo: vete, vete, que es muy amigo tuyo. En su enturbiada memoria, ella, al igual que muchos valencianistas, le tenía un cariño especial.
Mario me recibió cordialmente, se mostró como alguien sencillo, cercano y afable. En todo momento estuvo pendiente de que no me faltara de nada. Se produjo el extraño encuentro entre el fan y su ídolo. Ambos con más años, con el tiempo ya a cuestas. Mario, un comentarista de la cadena estadounidense ESPN. El adolescente forofo que lo idolatró, un humilde profesor. En la cercanía transmite humanidad y sentido del humor. Es un tipo que le quita hierro a las cosas. Todos pudimos escuchar con la simpleza que explicó a una radio argentina, horas antes de ser operado del corazón, que llegó para un preoperatorio de cadera y le iban a practicar una complicada operación cardíaca. A muchos valencianistas se nos heló el corazón al enterarnos. Su corazón aguantó, no se sabe cómo, quizás por el cariño que le dieron los valencianistas que nunca le pitamos, algo que no pueden decir todos.
Kempes llegó a España en 1976, repleto de goles argentinos. Muchos no lo conocíamos. Estuvo a punto de no pasar la revisión médica, pues llevaba dos perdigones en el cuerpo fruto de unas perdices que había tomado en la comida viniendo por la fatídica carretera de Madrid. Cuando él llegó, la canción de moda en aquella España tan diferente a la actual era «La Ramona», de Fernando Esteso. Adolfo Suarez, otro desconocido para la mayoría, acababa de ser nombrado presidente del Gobierno. En sus primeros partidos se le tildó de petardo. Sus inicios, como los de nuestro añorado presidente, fueron difíciles aunque pronto se fue ganando a la gente al ritmo de los goles que marcaba. Adquirió fama, popularidad, fue Pichichi dos temporadas en España, ganó la Copa del Rey del 79, siempre con la señera por montera. En la capital de España nunca le perdonarán que no fichara por el Real Madrid y en Barcelona que hiciera sombra a Johan Cruyff. Pero los zarpazos del destino se llevaron por delante lo que creíamos duradero e ilusionante, problemas con su clavícula comenzaron a mermarlo físicamente. La estrella se empezó a apagar a base de patadas y juego sucio.
Como decía Hurace Greely, periodista norteamericano del siglo XIX, la fama es un efluvio; la popularidad, un accidente; las riquezas, efímeras. Sólo una cosa perdura; el carácter. El carácter de Kempes celebrando los goles con sus compañeros, sin las excentricidades actuales, con los brazos levantados y la melena al aire. El carácter humilde de quien le quitaba importancia a las cosas. Tanto, que el primer año que consiguió ser Pichichi se enteró en el campo porque un compañero fue a felicitarlo, él no tenía ni idea.
Sería bueno que Kempes forme parte de nuestro escudo para siempre y así pueda ejercer de abuelo cerca de sus nietos valencianos. La fama desaparece pero el agradecimiento es eterno a un jugador que se siente orgulloso de su pasado como valencianista.
por Vicente Gorgues (www.levante-emv.com)
www.levante-emv.com/opinion/2015/08/08/mario-kempes/1300291.html
Mario me recibió cordialmente, se mostró como alguien sencillo, cercano y afable. En todo momento estuvo pendiente de que no me faltara de nada. Se produjo el extraño encuentro entre el fan y su ídolo. Ambos con más años, con el tiempo ya a cuestas. Mario, un comentarista de la cadena estadounidense ESPN. El adolescente forofo que lo idolatró, un humilde profesor. En la cercanía transmite humanidad y sentido del humor. Es un tipo que le quita hierro a las cosas. Todos pudimos escuchar con la simpleza que explicó a una radio argentina, horas antes de ser operado del corazón, que llegó para un preoperatorio de cadera y le iban a practicar una complicada operación cardíaca. A muchos valencianistas se nos heló el corazón al enterarnos. Su corazón aguantó, no se sabe cómo, quizás por el cariño que le dieron los valencianistas que nunca le pitamos, algo que no pueden decir todos.
Kempes llegó a España en 1976, repleto de goles argentinos. Muchos no lo conocíamos. Estuvo a punto de no pasar la revisión médica, pues llevaba dos perdigones en el cuerpo fruto de unas perdices que había tomado en la comida viniendo por la fatídica carretera de Madrid. Cuando él llegó, la canción de moda en aquella España tan diferente a la actual era «La Ramona», de Fernando Esteso. Adolfo Suarez, otro desconocido para la mayoría, acababa de ser nombrado presidente del Gobierno. En sus primeros partidos se le tildó de petardo. Sus inicios, como los de nuestro añorado presidente, fueron difíciles aunque pronto se fue ganando a la gente al ritmo de los goles que marcaba. Adquirió fama, popularidad, fue Pichichi dos temporadas en España, ganó la Copa del Rey del 79, siempre con la señera por montera. En la capital de España nunca le perdonarán que no fichara por el Real Madrid y en Barcelona que hiciera sombra a Johan Cruyff. Pero los zarpazos del destino se llevaron por delante lo que creíamos duradero e ilusionante, problemas con su clavícula comenzaron a mermarlo físicamente. La estrella se empezó a apagar a base de patadas y juego sucio.
Como decía Hurace Greely, periodista norteamericano del siglo XIX, la fama es un efluvio; la popularidad, un accidente; las riquezas, efímeras. Sólo una cosa perdura; el carácter. El carácter de Kempes celebrando los goles con sus compañeros, sin las excentricidades actuales, con los brazos levantados y la melena al aire. El carácter humilde de quien le quitaba importancia a las cosas. Tanto, que el primer año que consiguió ser Pichichi se enteró en el campo porque un compañero fue a felicitarlo, él no tenía ni idea.
Sería bueno que Kempes forme parte de nuestro escudo para siempre y así pueda ejercer de abuelo cerca de sus nietos valencianos. La fama desaparece pero el agradecimiento es eterno a un jugador que se siente orgulloso de su pasado como valencianista.
por Vicente Gorgues (www.levante-emv.com)
www.levante-emv.com/opinion/2015/08/08/mario-kempes/1300291.html
miércoles, 19 de agosto de 2015
Mario Alberto Kempes: El mejor jugador del mundo 1978
Bota de Oro de la Copa Mundial de la FIFA
1978
Futbolista sudamericano del año
1978
Futbolista Argentino del Año
1978
internacional con la Selección de fútbol de Argentina entre los años 1973 y 1982 con 43 presencias y 20 goles marcados.
Fue el máximo goleador del seleccionado argentino campeón de la Copa Mundial de Fútbol de 1978 con 6 goles, marcando 2 en la final ante Holanda y proclamándose así campeón del mundo y recibiendo la Bota de Oro del Mundial '78., Kempes como el “gran impulsor del fútbol argentino”.
El jugador cordobés no sólo es recordado por sus goles, sino también por el juego limpio: en toda su carrera en la Selección nunca recibió una tarjeta roja.
Elegido el 6º Mejor Jugador Argentino del Siglo XX por IFFHS
martes, 18 de agosto de 2015
World Football Legends: M. KEMPES
World Football Legends: M. KEMPES
Mario Alberto Kempes #elMatador #NoDigaGolDigaKempes
"A los grandes del fútbol nunca los alcanza el olvido"
Argentina - Brasil | Mundial 1978 | Rosario (Argentina)
Copa del Mundo de 1978:Argentina-Brasil narración em português
lunes, 17 de agosto de 2015
sábado, 15 de agosto de 2015
Kempes,105 goles en dos temporadas en Rosario Central
Rosario se dio el gusto de recuperar al ídolo de Central.
Sábado, 13 de septiembre de 2008
Para algunos de los presentes, se trataba del agasajado a un ídolo al cual conocieron por números:105 goles en dos temporadas. Los de más trayectoria en eso de militar por las tribunas de Arroyito, entre ellos el presidente Horacio Usandizaga, la admiración no sólo la podían sostener en números, sino que la recreaban con anécdotas y emociones, pero por sobre todo con algunas de las tantas imágenes que dejó a su paso goleador por el club. Razones al margen, para todos Mario Alberto Kempes fue el mejor jugador que se calzara la auriazul en la centenaria historia del club.
Y el Matador volvió a Arroyito para recoger más ovaciones: "Para mí fue el mejor jugador que dio el país en toda su historia. Y saben ustedes con quién lo estoy comparando", desafío el Vasco al presentar "al cordobés" como "embajador" de Central en el extranjero.
Del otro del recinto otras imágenes gigantes hablaban de su oficio: el gol, al que celebraba distintivamente con los brazos bien erguidos y las palmas abiertas. Apuñados en un costado, sin afán de robar protagonismo, estaban Carlos Timoteo Griguol, Aldo Pedro Poy, Marcelo Pagani, José Aurelio Pascuttini, Angel Zof, todos presentes para esperar el hombre de Bell Ville. "No me canso de sorprenderme por el cariño que me tiene la gente de Central", esbozó Kempes, luego de ingresar al salón abrazado por un ráfaga de aplausos.
"Vamos a intentar que Central también sea conocido a nivel internacional. Vamos a tratar de sacarle provecho a los contactos que uno cosechó por el mundo luego de tanto tiempo, y qué mejor que sea para Central", precisó el Matador. "Voy a ser una especia de embajador de Central en el exterior para devolverle al club algo de todo lo que me dio. Ya no puedo ponerme el pantalón corto, pero aún quiero ayudar a Central, y quizás recorriendo el país también se puede mostrar todo lo bueno que está haciendo el club".
Fuente : www.pagina12.com.ar | Por Alejo Diz
viernes, 14 de agosto de 2015
Argentina , Junio 29, 1982, World Cup España
Argentina: (arriba)Daniel Alberto Passarella, Jorge Mario Olguín, Luis Adolfo Galván, Mario Alberto Kempes, Alberto César Tarantini, Ubaldo Matildo Fillol.
(abajo) Américo Rubén Gallego, Osvaldo Cesar Ardiles, Ramon Angel Diaz, Diego Armando Maradona, Daniel Ricardo Bertoni
jueves, 13 de agosto de 2015
Kempes: "Mi ´senyera´ era de algodón del duro, pero si pesaba era porque llevaba en la espalda a toda mi hinchada"
Kempes: "Mi ´senyera´ era de algodón del duro,
pero si pesaba era porque llevaba en la espalda a toda mi hinchada"
miércoles, 12 de agosto de 2015
Hoy hace 39 años que @ESPNMarioKempes firmó por el VCF
El argentino dejó el invierno austral y se plantó en el ferragosto valenciano
El nombre. Mario Kempes. Sonaba bien. Al principio fue sólo eso. Un nombre llamativo. Las escasas referencias procedentes de Argentina aumentaban las expectativas: 'El Matador', así le conocían. Algunos, pocos, presumían, en aquella Valencia de mediados de los setenta, de conseguir 'El Gráfico', la biblia del fútbol argentino en la que se ensalzaba la irrupción de un zurdo cordobés que con 19 años ya se había consagrado en la catedral de Wembley. Dos goles a Inglaterra en su feudo tradicional. Aquella era una sociedad sin globalizar, sin acceso a imágenes lejanas; por ello, 'El Gráfico' se convertía un preciado tesoro, una publicación de culto de la que oíamos hablar con devoción a sus afortunados lectores. De esas páginas también salió una frase que no tardó en ser leyenda: «No diga Kempes, diga gol», que sufrió modificaciones con el paso del tiempo hasta confundir a quienes la pronunciaban. El orden de los factores no altera el producto: gol.
Otros, menos pudientes y snobs, sin posibilidad de ojear la prestigiosa revista editada en Buenos Aires, hacíamos esfuerzos por recordar al Kempes del Mundial del 74, pero la memoria en blanco y negro siempre nos conducía sin remedio a la imagen de un arrebatado Houseman batiendo la puerta italiana. Ni rastro de Kempes que seguía siendo un apellido bisílabo y armónico, nada más. En aquella selección albiceleste los aficionados seguíamos con interés a los representantes de nuestra liga: Carnevalli portero de Las Palmas, al que más tarde se añadirían Wolf y Brindisi; Ayala y Heredia del Atlético. Mario Kempes jugó como titular todos los partidos pero no consiguió marcar.
Dos años después de aquel torneo, se estaba gestando un Valencia rutilante. Pasieguito tenía órdenes claras del presidente Ramos Costa: fichar a Rainer Bonhof como fuera. El problema es que el alemán se negaba salir de su país hasta después del Mundial del 78 donde los germanos defenderían el título. Hombre previsor, Pasiego tenía un plan K. Un comodín en la manga. El secretario técnico se fue a Argentina con una idea entre ceja y ceja: fichar a Mario Alberto Kempes que jugaba en Rosario Central. «Cuando a un jugador del interior lo destacan tanto en 'El Gráfico' será por algo».
Allí contactó con Aguirre Suárez, el terrible zaguero del Granada que lesionó a Forment, integrante de aquel Estudiantes de La Plata que sembró el terror antes de recalar en España. Algunos delanteros de la época hacían todo lo posible por no verse las caras con él y, sospechosamente, sufrían contracturas días antes de viajar a Los Cármenes. Pero lo cierto es que Aguirre Suárez, que había estado bajo las órdenes de Pasieguito en la ciudad de La Alhambra, se convirtió en un aliado para cerrar un traspaso que se complicó hasta el punto de precisar de una votación entre los compromisarios del club 'canalla' de Rosario.
Y Kempes dejó el invierno austral y se plantó en el ferragosto valenciano. 16 de agosto de 1976. Su puesta de largo. Fiasco. Los anfitriones eliminados del Naranja por unos rusos que jugaron como si les fuera la vida. Ya lo decía Di Stéfano: nada de equipos comunistas en verano que nos retratan. Lo dijo cuando el Spartak de Moscú le marcó 5 goles al tierno conjunto de La Saeta en Mestalla sin despeinarse. Volvamos a Kempes. Todos conocen la historia: falló un penalti como guinda a su desastrosa presentación.
Empieza la liga. La grada al acecho. Primer domingo de septiembre, horario clásico de Mestalla: a las 22.30 horas, sin televisión y sin Tebas. Puesta de largo oficial del gran Valencia que va a comerse el mundo bajo la batuta de Heriberto Herrera. Enfrente, el Celta, los gallegos, que han recuperado la categoría tras una campaña en segunda, destilan oficio y aguantan sin grandes apuros el primer tiempo
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Paco Lloret
fuente:valenciacf.lasprovincias.eslunes, 10 de agosto de 2015
Mario Kempes "El lMatador" "Goles en Rosario Central" donde es Máximo Goleador de la historia del club.
Goles en Rosario Central" donde es Máximo Goleador de la historia del club.
domingo, 9 de agosto de 2015
sábado, 8 de agosto de 2015
"Este Valencia CF puede ser muy peligroso: los jóvenes tienen hambre"
Mario Kempes, ilusionado con el nuevo proyecto de su Valencia CF Mario Alberto Kempes ha hablado con VCFplay 48 horas antes de la puesta de largo oficial del Valencia CF. Al 'Matador' le ilusiona la plantilla 15.16 por esa combinación de juventud y veteranía, y cree que Nuno tiene bien preparado al equipo para afrontar los grandes retos de la nueva temporada. El más inmediato, la clasificación para la Champions League. Este viernes se conocerá en Nyon al rival en un sorteo en el que Kempes asistirá como Embajador Internacional del Valencia CF.
fuente; www.valenciacf.com Fotografías de Lázaro de la Peña.
Etiquetas:
Mario Kempes Embajador de Valencia C.F.
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