sábado, 11 de julio de 2015
El día que Kempes pisó el parqué
El Autocares Luz fichó al argentino, sin equipo tras salir del Valencia,
y transformó la Fonteta en santuario de peregrinación.
El 3 de octubre de 1984, en la página de apertura de la sección de Deportes
de LAS PROVINCIAS se podía leer el fichaje de Mario Alberto Kempes
el jugador más grande que ha pasado por Mestalla en los casi 100 años de
historia del club- por el Autocares Luz, un equipo modesto de la División
de Honor de Fútbol Sala que sacó pecho para mirar de frente al Distrito
10-Saica de Miki y compañía. La llegada de Kempes, que seis años antes abrazó
al mundo en el Monumental de Buenos Aires tras ganar él solo el Mundial de
Argentina, fue el mayor golpe de efecto que se recuerda en el deporte valenciano
en los últimos años.
El fútbol sala le abrió la mano que le cerró el Valencia. Una aventura que hoy,
tres décadas después, dibuja el perfil de un tipo diferente. Del romanticismo del
fútbol. Tan excelso con el balón, tan vibrante en el golpeo como superlativo en
el corazón. Íntegro hasta el infinito. «Lo mejor de todo es que aquello fue digno.
Una aventura digna y cortita». La frase pronunciada por Kempes el pasado jueves desde
Estados Unidos antes de llevar a su hija a clases de tenis refleja la grandeza de
un personaje con un perfil que será difícil que vuelva a cabalgar por el césped
de Mestalla. Treinta años después, al otro lado del Atlántico, Kempes resumió lo
que fue su vida: un manual de dignidad. No hace chanzas de aquello. Dos años antes
se fotografió con Maradona en Mestalla en la jornada inaugural de la Liga.
El fútbol sala fue una purga de decepciones. Era lo que necesitaba para volver.
En Autocares Luz estuvo tres meses. Los suficientes para retornar a Primera con el Hércules.
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